miércoles, 22 de febrero de 2012

¿Por qué concedemos valor al oro o al dinero?

Cualquier persona puede intuir fácilmente por qué le otorgamos un valor económico al trigo, al agua o al suelo habitable. Pero podrían plantearse algunas dudas acerca del verdadero valor de otros materiales, por ejemplo, el oro. Puede parecer un planteamiento superfluo, pero en realidad la pregunta tiene muchas implicaciones que podríamos extrapolar en otros sentidos ¿Por qué concedemos un valor intrínseco a un metal precioso como el oro?

Para entenderlo tenemos que conocer el <<principio de la escasez>>. Para los que no lo conozcan, lo explico brevemente. Este principio reza que cuando un recurso es escaso se le otorga un valor añadido sobre otros que no lo son o lo son menos. Pero, ¿realmente el sólo hecho de ser escaso proporciona valor al oro? No, la verdad es que no. Para que a un recurso se le otorgue un valor económico tiene que tener una demanda y para que exista una demanda este recurso ha de cumplir alguna función para la persona que lo demanda. La función es una condición necesaria para la demanda y hay que hacer hincapié en este punto. Por lo tanto, la fórmula es sencilla. En una ecuación donde (V) es el valor, (D) la demanda y (E) la escasez, se constituye una relación propocional muy evidente.

                                                        V = E · D

Se aprecia que si el coeficiente de D = 0 (no hay demanda) o el de la E = 0 (recurso inagotable y accesible) entonces el coeficiente del valor (V) también será siempre 0. Por supuesto, se podrían insertar más variables como los costos de obtención o produción, distribución... pero lo que nos interesa es ver la relación entre estos tres conceptos para conocer el verdadero fundamente del valor.

La escasez del oro no admite mucha discusión, no hay que ser un erudito para saber de su relativa escasez. También es evidente que existe una demanda de oro, pero... ¿cual es la función que cumple el oro para las personas que lo demandan? Responder a esta pregunta requiere tirar un poco de Historia y de Arquelogía. Aventurémonos pues en los maravillosos dominios de la sabiduría.

La llamada cultura de Gumelnitsa la desarrollaron unas comunidades situadas en torno a la cuenca media y baja del Danubio entre los milenios IV y III a. C (hace aproximadamente unos 6.000 años). Estas sociedades (junto con otras comteporáneas en el ámbito balcánico) fueron las primeras en descubrir la metalurgia en Europa. Más concretamente la del cobre, un metal muy maleable y que se vuelve líquido a temperaturas relativamente bajas comparado con otros metales. Poco más tarde empezaron a utilizar otros metales como el oro y la plata cuando sus técnicas se perfeccionaron.

La metarlurgia (obtención y tratamiento de metales) hacía miles de años que había sido descubierta en otras partes del mundo como Oriente Medio. Sin embargo, en el caso balcánico es mejor conocido el impacto que este descubriento supuso en la sociedad y que cambios produjo a pequeña escala. Por lo que vamos a utilizarlo de ejemplo.

En un primer momento la tecnología se utilizaba para crear utensilos como hachas, arados o armas que mejoraban notablemete la eficacia y durabilidad de los mismos artefactos antes elaborados con piedra, hueso o madera. Fue algo revolucionario, sin duda alguna, todo un descubrimiento. Pero obtener el metal y su procesado no eran tareas fáciles para la época. Pronto, las personas con mejor posición social y más recursos se hicieron con el control de esta tecnología y el metal se convirtió en un signo inequivoco de posición social, rango y prestigio. De esta manera empezaron a fabricarse toda clase de ornamentos (pulseras, collares, anillos, broches...) que utilizaban las personas de la más alta esfera de la sociedad.
 
En el cementerio de Varna, contemporáneo a estas comunidades, encontramos una clara jerquización en la disposición de los enterramientos y los ajuares funerarios. En el centro del cementerio se situan las tumbas más ricas y ostentosas en metales y otros materiales. Trazando un círculo, a su alrededor se presentan otras tumbas con un ajuar menos abundante pero también con presencia de metal. Mientras que en la periferia encontramos los enterramientos con escasa o ninguna presencia de metal.

La cosa está bien clara, la disposición de los enterramientos describe perfectamente la jerarquización de una sociedad en torno a un elemento de prestigio, el metal, y más concretamente el oro o la plata. Estos metales habían perdido su función original para convertirse en un elemento distintivo y de relevancia social. Hoy día, casi la única función del oro sigue siendo la de mostrarlo en nuestra dentadura postiza, colgado de nuestro cuello o rodeando nuestras muñecas y dedos.

Entonces la conclusión está clara ¿Cual es la función que cumple el oro para las personas que lo demandan? Pues la exclusiva función de adorno y distinción. Ese es su valor, y al parecer por el papel central que ha jugado el oro en la economía de los pueblos a lo largo de la historia, un valor bastante seguro.

Pero, ¿ocurre lo mismo con el dinero? Sí y no. Entramos en un campo un poco más complejo que intentaremos desenmarañar en el próximo post. Hasta entonces.


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